El Partido Popular celebra su congreso con una notable reducción del debate interno en comparación con 2017. La dirección nacional ha recibido solo una cuarta parte de las enmiendas que se registraron en la última cita congresual, lo que evidencia una estrategia deliberada del líder del partido, Alberto Núñez Feijóo, para evitar tensiones internas y proyectar una imagen de unidad.
En este contexto, el PP catalán ha introducido un matiz relevante al abrir el debate sobre los posibles pactos con Junts, el partido de Carles Puigdemont, una cuestión especialmente sensible dentro del partido. Esta posición se ha incluido en una de las ponencias del congreso, lo que ha generado cierta incomodidad en los sectores más duros de la formación.
Para frenar posibles fracturas, la dirección ha tratado de encauzar el debate sobre temas espinosos como la inmigración y el pacto verde, apostando por posiciones más moderadas que sirvan como punto de encuentro entre las diferentes sensibilidades internas.
El congreso, que debía servir como una plataforma para consolidar el liderazgo de Feijóo y fijar la hoja de ruta del partido, refleja así una estrategia de control del discurso interno y de contención de posibles disensos, especialmente en cuestiones que dividen a la militancia como los pactos con fuerzas nacionalistas o las políticas medioambientales.
