El partido de Ione Belarra e Irene Montero marca distancias con el Ejecutivo y su mayoría parlamentaria, tanto en el Congreso como en los medios y la calle
A medida que se acerca la recta final de la legislatura, el Gobierno de coalición comienza a preparar el terreno para una negociación clave: los Presupuestos Generales del Estado para 2026. Sin embargo, en Moncloa no señalan a Junts per Catalunya como el mayor escollo para alcanzar un acuerdo, sino a un socio que, aunque fue parte del Ejecutivo, ahora se sitúa en una oposición crítica: Podemos.
El partido liderado por Ione Belarra e Irene Montero ha intensificado en las últimas semanas sus críticas al rumbo del Ejecutivo y ha puesto de relieve sus diferencias con la mayoría progresista. Las discrepancias no se limitan al Parlamento, sino que también se hacen visibles en los medios de comunicación y en movilizaciones sociales.
Desde Podemos se cuestionan aspectos clave de la acción gubernamental, especialmente en políticas sociales, vivienda y gasto público, y han dejado claro que no darán su apoyo a unas cuentas que no recojan avances concretos en estas materias.
Frente a esto, en el Gobierno se percibe que, paradójicamente, puede haber más margen de entendimiento con formaciones como Junts, cuyo apoyo se ha mostrado volátil pero pragmático en momentos clave. “Podemos busca marcar perfil propio de cara a las elecciones y eso hace más difícil el acuerdo”, reconocen fuentes del entorno del Ejecutivo.
La fractura entre Podemos y el bloque de investidura, que incluye a Sumar, ERC, EH Bildu y el PNV, añade incertidumbre al futuro de la legislatura. Para el Gobierno, lograr la aprobación de los Presupuestos de 2026 es una condición imprescindible para llegar con estabilidad al final del mandato. Pero si las tensiones internas persisten, el camino puede tornarse más accidentado de lo previsto.
