El club espera que la sanción sea solo económica, pero teme un castigo deportivo que afectaría gravemente al jugador y a la planificación deportiva
El Sevilla FC permanece a la espera de conocer las consecuencias legales y deportivas que podrían derivarse de la investigación abierta contra su jugador Kike Salas, tras encontrarse en su teléfono móvil pruebas de participación en apuestas deportivas en las que él mismo figuraba como protagonista. La Policía Nacional, que incautó el dispositivo el pasado mes de enero, habría hallado mensajes comprometedores que vinculan al central de Morón con estas prácticas prohibidas para los futbolistas profesionales.
A pesar de la gravedad potencial del caso, en Nervión no cunde el pánico. Según fuentes del club, la cantidad económica involucrada –que apenas supera los 6.000 euros entre apuestas y beneficios obtenidos– podría jugar a favor del defensa, al considerarse insuficiente como para tipificarse como estafa deportiva. Por ello, desde el entorno sevillista se confía en que el asunto se resuelva judicialmente con una multa leve.
No obstante, la verdadera preocupación radica en el posible castigo deportivo. La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) contempla en su artículo 78 que participar en apuestas con contenido económico y relación directa o indirecta con partidos constituye una infracción «muy grave». Las sanciones asociadas van desde una multa económica de entre 3.006 y 30.051 euros hasta la suspensión de la licencia de futbolista por un periodo de dos a cinco años, pudiendo llegar incluso a la retirada definitiva en caso de reincidencia.
Por el momento, Kike Salas ha optado por acogerse a su derecho a no declarar, delegando su defensa en un grupo de abogados externos. El Sevilla ha sido informado en todo momento del avance del procedimiento, aunque se ha mantenido al margen a nivel jurídico. Desde la entidad andaluza sorprende que el caso haya salido a la luz tantos meses después del inicio de la investigación, y confían en que no se convierta en un ejemplo disciplinario por parte de los organismos reguladores.
Kike Salas, que ha sido pieza clave en la zaga sevillista esta temporada y cuenta con contrato hasta 2029 tras dos renovaciones consecutivas, ve ahora cómo su futuro deportivo y profesional pende de un hilo. La situación también ha afectado a su proyección en el mercado, especialmente después del interés mostrado por clubes como la Lazio antes de conocerse este escándalo.
El Sevilla, que valoraba una posible operación de salida en verano, ve ahora frenada cualquier negociación mientras el caso se resuelve. El club espera una resolución rápida para saber a qué atenerse y evitar una situación que perjudique tanto al jugador como a la planificación deportiva.
