Los incendios forestales que en los últimos días han arrasado amplias zonas rurales no solo han dejado tras de sí un paisaje de devastación y pérdidas materiales. También han encendido un clima de tensión política que ha comenzado a trasladarse de Madrid a los municipios directamente afectados.
Vecinos de las localidades castigadas por las llamas expresan una fuerte sensación de abandono. Denuncian que la ayuda tarda en llegar y que las promesas institucionales se diluyen frente a la urgencia del día a día. Esa percepción, aseguran, se mezcla con el enfrentamiento político que domina la capital, donde las responsabilidades por la gestión de los incendios se han convertido en un nuevo motivo de choque entre partidos.
El descontento se palpa en las plazas y bares de los pueblos, donde las conversaciones ya no giran solo en torno a las hectáreas calcinadas o a las casas en peligro, sino también a los discursos y reproches que se lanzan desde Madrid. Muchos vecinos consideran que sus problemas se han convertido en munición electoral, más que en una prioridad real para las administraciones.
Con la campaña política marcada por la pugna entre Gobierno y oposición, la fractura se amplifica a nivel local: hay quienes culpan a la falta de medios autonómicos, otros señalan a la ineficacia del Ejecutivo central, y muchos coinciden en que la atención mediática se desvanece tan rápido como el humo de los incendios.
Mientras tanto, los pueblos afectados tratan de organizarse por su cuenta para afrontar las pérdidas y reconstruir lo que las llamas se llevaron, en un ambiente en el que la solidaridad vecinal contrasta con la creciente división política.
