Mientras Moscú simula disposición al diálogo, Washington muestra signos crecientes de impaciencia ante la táctica dilatoria del Kremlin
En un nuevo giro geopolítico, el Kremlin estaría urdiendo una estrategia diplomática centrada en mantener al expresidente Donald Trump implicado en un supuesto proceso de paz para evitar una intervención directa o apoyo firme de su parte en la guerra que Rusia sostiene en Ucrania. Según fuentes cercanas a las negociaciones, Moscú busca dar la impresión de que hay avances diplomáticos, aunque en la práctica no se estaría produciendo ningún cambio sustancial.
Vladimir Putin estaría apostando por ganar tiempo y desactivar posibles presiones de sectores republicanos alineados con Trump, ofreciendo al magnate la posibilidad de aparecer como un “mediador de paz” sin ceder en ninguno de sus objetivos militares. Esta maniobra, sin embargo, estaría empezando a generar impaciencia en Washington, donde algunos altos funcionarios ya califican la supuesta negociación como una “pantalla” para consolidar posiciones en el terreno.
Mientras tanto, en el entorno internacional crece el escepticismo respecto a la sinceridad del Kremlin en las conversaciones. La diplomacia estadounidense ha comenzado a mostrar señales de endurecimiento, presionando para que se impongan nuevas condiciones o incluso retomen sanciones más severas si Rusia continúa instrumentalizando el proceso de diálogo.
El juego estratégico de Putin no solo busca dividir a Occidente, sino también frenar el respaldo militar y económico a Ucrania. Al mantener a Trump entretenido con una posible “victoria diplomática”, Moscú apuesta a diluir la presión internacional y ganar margen de maniobra en un conflicto que, lejos de terminar, parece entrar en una nueva fase de estancamiento táctico y propaganda política.
