Los enfrentamientos entre ambas formaciones acentúan la división y preocupan a los analistas por su impacto electoral
La pugna entre Sumar y Podemos por hacerse con el respaldo de la izquierda alternativa se intensifica en un momento de clara erosión del apoyo popular. Los recientes choques públicos entre ambas formaciones no solo reflejan las tensiones internas del espacio político que una vez caminó unido, sino que también consolidan una dinámica que muchos analistas califican como «autodestructiva».
La fragmentación del voto progresista fuera del PSOE ha llevado a un desgaste evidente. Las encuestas reflejan una caída sostenida en la intención de voto para ambas formaciones, que ahora compiten entre sí por un electorado cada vez más escéptico y desmovilizado. A pesar de las advertencias de expertos y analistas sobre el coste político de esta división, las tensiones no han cesado.
“Es un juego de suma cero en el peor momento posible”, advierte una fuente cercana a los círculos de análisis político. “La izquierda transformadora está en riesgo de diluir su presencia institucional si no logra recomponerse”.
Sin embargo, la posibilidad de una reunificación también plantea dificultades. Más allá de las diferencias estratégicas, existe un profundo rechazo mutuo entre las cúpulas de ambas organizaciones. Forzar una alianza, en estas circunstancias, podría generar un efecto contraproducente, ahondando la desconfianza entre sus bases y dificultando una posible movilización conjunta.
La batalla entre Sumar y Podemos, lejos de resolverse, parece encaminada a acentuarse en los próximos meses, con una vista puesta en futuras citas electorales donde el precio de la desunión podría pagarse caro en las urnas.
